Nos marcó la vida, nos impregnó sin pedir permiso, por las buenas y a las bravas; y ahí sigue, flotando azul en nuestras venas.¿Oscureciéndolas? ¿Iluminándolas? ¿Ignorándolas? Sin rozar siquiera la autoconsciencia. Duro y sedoso, íntimo. Qué manera de gritar con susurros, ingrávido y denso, sin una gota de grasa ni óxido, sólo miel verdosa que aspira a envenenarnos; qué manera de amarrarnos con soga de cristal, cordón umbilical hacia atmósferas lejanas, fantasmagorías que serruchan con dulzura nuestros oídos, qué manera de entregar nuestras muñecas al vidrioso lazo; mente de gato que, voluntario, mentecato,se mete en la caja para ser y no ser, para temblar, reír, arañarse el corazón, literal, y acariciar así tejidos carnosos, cálidos, latentes; qué manera de adueñarse y convertirse en un imaginario único, solitario, a la deriva, nadie a estribor, nadie a babor, y seguir flotando en gris, que ya nada tranquiliza sino la tibieza que gotea, decidimos que arda, ¡no!, que sea gélida, ¡que no!, ¡que queme!, y no nos deja decidir, ni queremos, ni podemos; nos hiere con miles de flechas, diminutas, que cambian perezosas de rumbo por brisa de tormenta, esa, la previa, la que serena y narcótica anuncia que algo estallará azul en nuestro áspero y duro horizonte, olas complacientes de seda que nos ahogarán, y no sabremos si dejarnos besar o morir, si dejarnos matar o besar.
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22/8/19
Bobal, el placer de disfrutar tantos y tan buenos vinos
Tras muchos años sin visitarlo por motivos de
lejanía -física, que no afectiva-, vuelvo a reencontrarme con Placer Bobal, el
salón de los vinos de la Denominación de Origen Utiel-Requena. Descubrir copas
con alma de Bobal más allá de los Pirineos es por desgracia complicado.
Demasiado. Así que algo nervioso, como quien se reencuentra con un antiguo
amor, subo las escaleras hacia el lugar de la cita, el salón Diana del Hotel
Las Arenas. Vanidoso y elegante, lo es con motivo, pues aparece siempre custodiado
por las olas que la brisa esculpe en el Mediterráneo. La primera alegría, el
abrazo con el bueno de Diego Pérez, cara amable de la Denominación, profesional
como pocos, compañero de promoción y, sobre todo, amigo desde aquel tiempo de
aula, apuntes y degustaciones. Recojo gustoso mi acreditación y traspaso,
ilusionado, el umbral que me transportará al lado mágico del espejo.
Imposible comentar en estas líneas, por obvia
cuestión de espacio, todos los vinos de Bobal degustados durante el festejo.
Sin embargo, todos y cada uno de ellos, incluyendo también los que, por obvia
cuestión de cantidad, no fueron catados, presentan el indudable respaldo
cualitativo de una D.O. consagrada a la conquista de la excelencia. Así que me
he visto obligado a hacer una pequeña selección de aquellos que, por una razón
u otra, han accionado algún resorte extra de entre los muchos, constantes y
deliciosos estímulos recibidos. Como dice la manida frase, son todos los que
están pero no están todos los que son.
Inicio mi periplo con La Novicia 2017, de Bodegas
Jimenez Vila. Viste de oscuro, pero su seriedad queda diluida por la liviandad
que le otorga un estampado de blancas palomas con cierta reminiscencia hípster.
Elaborado en exclusiva con uva de Bobal, muestra una extraordinaria intensidad
aromática que une copa y nariz de manera casi física, palpable. Sus notas son
de fruta negra: mora y tostados en armonía. Se intuye que su paso de 3 meses
por barrica han sosegado, para bien, sus muy vivos y envolventes taninos.
Equilibrado, bastante largo en boca, continúo maravillado por el brío de sus
aromas.
Como todos los vinos de Bodegas Hispano Suizas,
siempre ataviados de manera distinguida y reconocible, descubro su Bobos Finca
Casa la Borracha 2016. De cuidada elaboración, tras 10 meses en barrica de
roble francés aparece complejo en nariz, con recuerdos sutiles a madera de
cedro que envuelven notas de cereza. De paladar sedoso y volumen rotundo,
muestra toques de grosella roja de muy fresca acidez de la mano de suaves
torrefactos. En esta sabrosa botella tampoco se junta nuestra querida Bobal con
ninguna variedad hermana, ni autóctona ni forastera.
Unos pasos más allá descubro Bercial Ladera los
Cantos 2016, de Bodegas Sierra Norte. En esta pausa del camino la animosa Bobal
se entremezcla con la sobria y casi siempre agradecida -a pesar de las modas-
Cabernet Sauvignon. 65% de la primera y 35% de la segunda equilibran una
hermosa y potente alianza. Realizan la fermentación maloláctica en barricas de
roble francés, en las que dormitan durante 18 meses más. El resultado es un
vino muy complejo en nariz, con aromas intensos a tabaco y también a fruta
negra madura (ciruela pasa), nada pesados y sí frescos. En boca la complejidad
se hace todavía más patente, persiste el tabaco con recuerdos balsámicos y algo
especiados, deviniendo menos madura la fruta aún negra. Tanino pulido y muy
bien integrado en su estructura. Persistente, largo.
Confieso que el Bobal de Estenas 2018, alegre y
burlón, me confundió en un primer momento y me llevó a una senda ilusoria y
paralela pero no por ello menos atractiva. 100% Bobal, sus aromas invocaban
aquellos procedentes de las maceraciones carbónicas: frescos, golosos a mora,
florales y con leves notas herbáceas…El
trampantojo residía en su elaboración, que Félix Martínez Roda, con esa
amabilidad de la que siempre hace gala, me contó. Fermentado el mosto en
hormigón a la manera de antaño, el vino ya estabilizado descansa cuatro meses
en tinaja de barro, quedando así los rasgos afrutados de la Bobal bien ligados.
El resultado es un vino con mucha personalidad, auténtico, que despliega toda
la idiosincrasia de la variedad y, a la vez, lo hace singular. En boca es
ligero y su acidez le induce a desbordar frescura.
Me tropiezo en la última etapa de esta excursión
con una auténtica joya desconocida hasta entonces para mí. El vino Parsimonia
Bobal de Autor 2017, de Bodegas Vibe, fermenta en barrica de roble francés,
donde se mece a ritmo de battonage durante 4 meses con lías finas y 4 meses más
de apacible crianza. Bobal, solo Bobal, exhibe un panel aromático complejo y
elegante, con unas notas principales de arándano maduro y toffee. Con una
acidez serena, con un tanino muy fino, con un equilibrio suave…perdura y
perdura en boca, sin rastro de ese punto agreste que, en algunas ocasiones
evidencia la uva Bobal. Este Parsimonia de Autor me tiene encandilado.
Aquí, y ahora allá, y luego acullá, me paro y me entretengo
charlando de vino, de uvas, de terroir, de técnicas, del mercado del vino, y
sobre todo, de la variedad estrella de la fiesta. El tiempo se para en cada
conversación. Recupero momentos y sensaciones pasadas ahora renovadas. Creía
que os conocía al dedillo, vinos de Bobal, pero en estos años en los que os
perdí la vista habéis añadido distintas capas a vuestro carácter. Habéis
evolucionado, progresado, diversificado…sois más poliédricos, más complejos y,
no obstante, habéis resistido a la tentación de vender vuestra alma. Me dijeron
que se estaban haciendo las cosas bien y que habías encontrado el buen camino.
No se equivocaba quien me lo reveló. ¡Cuánto añoraba tu indómito beso, Bobal!
Publicado en el suplemento 5 Barricas (25 de Junio de 2019)
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