28/12/19

Episodio IX, o XVI, o XXIII...qué más da...

Pensaba que me estaba volviendo quejicoso, porque lo único que yo vi en el Episodio IX es un disparate tras otro.Tres grandes y vagos elefantes se pasean de escena en escena: el de la dejadez en los acabados, el de la indiferencia absoluta a la coherencia propia (que sí, que es Star Wars y no Nietzsche, pero..., pero...y pero...) y el de que ni siquiera podamos argumentar aquello de "personajes muy buenos o muy malos, sin ningún atisbo de grises", porque la mayoría son tan translúcidos que se diluyen en nuestro cerebro. Ya no es el barullo (que también) de una línea argumental que se hace bola plagada de nudos y tropezones. Tampoco ayuda la constante identificación de calcos y copias (¿qué no lo es en esta vida?) de algo que ya hemos visto ni quince ni veinte veces, pero en menos burdo. Es sobre todo un guión de barro pretendiendo sujetar esa gran mole de misticismo, añoranza y (para cada vez los menos, comenzando por ellos mismos) responsabilidad. El colapso final no es ninguna sorpresa: nos pasamos la película viendo caer pequeñas y medianas masas de fango que solo ciegan a quien, no queriendo ver lo evidente, se afanan en seguir mirando a través del lodo. Esta vez, ni siquiera la argucia de atiborrarnos a base de píldoras de la nostalgia (una cada ocho minutos desde los primeros síntomas de lucidez, sin receta médica) les ha funcionado.