31/10/15

Saturday Night Wine: M de Madiran 2013

Mañana de domingo post-halloween...discúlpenme los puristas: no, ya no es sábado, pero aún se dejan notar restos de pintura en uñas y rostros, algunos niños (y no tan niños) continúan disfrazados y facebook regurgitará fotografías de calabazas, vampiros y brujas al menos durante una semana. Mañana de domingo de Todos los Santos, decía, de cálida temperatura, desastrosa para los polos pero óptima para un aperitivo de cumpleaños, manta y arena al pie de las olas mediterráneas.

M de Madiran es un vino con una excelente relación calidad-precio, de esos que cumple el perfil deseado por todos aquellos que me preguntan por un vino mucho más que aceptable en cualidades pero que no tenga un precio desorbitado, o casi. Nace a partir de racimos de la variedad Tannat, que aunque es uva en general de alto contenido tánico (como su nombre indica), en esta ocasión se muestra dócil en cuanto a astringencia se refiere.

De color rojo cereza, los aromas de frutos rojos muestran un claro dominio sobre cualquier otra gama aromática. En boca es alegre, vivo, y aparece con una significativa acidez que compensa su liviandad. Vuelven a presentarse las notas a grosella, sencillas pero muy agradables. Su paso en boca es medio. Un vino fácil de beber, sin pretensiones pero muy simpático, si me permiten el galicismo. 

Nosotros lo acompañamos con bastoncitos de pepino y de zanahoria embadurnados de excelente hummus. Por supuesto, bautizado con un generoso chorro de aceite de oliva. 


27/10/15

El Relato del 27: Noches de viento sin luna

De espesa sangre en tonos plomizos, el hombro derecho cargado de obsesiones y torcidos los huesos del izquierdo por el azote de continuas depresiones. La mirada, perdida en los ojos y nítida en el alma. Los años, cerrados en un círculo de número exacto. Así son los nacidos en noches de viento y sin luna. Tres puestas de sol evitaron que protagonizara aquella leyenda de viejas arrugadas. Mamá sonrió cuando palpó mis menudos hombros, comprobando que ambos estaban en su sitio y sin ningún atisbo de malformación. Tras las  reiteradas promesas del doctor de que mi peso se correspondía con mi talla, mamá rió durante varios minutos. O, al menos, eso dicen mis tías que pasó. En cuanto a mi manera de mirar, no hubo manera de comprobar si, aun con los párpados entrecerrados, era capaz de captar algo más que los movimientos y colores que inundaban la habitación. La familia de mi madre, supersticiosa como todas las de aquel maldito pueblo entre pastos, no se dejó tranquilizar por tres noches de más o de menos.

Mi memoria vio la luz algunos años más tarde, durante una calurosa tarde de mayo. Ese mes comenzaban los veranos; a partir de entonces, mis pequeños tesoros, depositados minuciosamente dentro de una desgastada bolsa de deporte, esperaban el largo viaje hacia tierras navarras. Recuerdo los objetos, aunque jamás supe la procedencia de la mayoría de ellos: el peluche de un niño indio con su osezno, un frasco de agua de colonia, el libro de animales de la montaña y también el de los astronautas, un llavero de madera y, en el bolsillo del lateral, los caramelos de café y piñones que mi abuela, a escondidas, me había dado a lo largo de todo aquel año. Sabía que aún faltaban mil o dos mil días para que mi padre nos llevara al pueblo, pero me deleitaba mirando aquella bolsa, meditando si había sido un ahorrador de caramelos lo suficientemente previsor. Todo este ritual se repitió con exactitud durante años, justo hasta que mi abuela murió.

Aquella noche vieron un perro negro frente el portón trasero, el del establo. Sentado sobre sus patas traseras, no tuvo la paciencia de esperarla hasta las primeras luces del alba y desapareció muchas horas antes en la oscuridad. Eso es lo que, al menos, cuentan mis tías. Quizás por culpa de aquella impaciencia mi abuela no encontrara el buen camino. Este pensamiento me acompañó muchos años, durante los cuales una pequeña linterna sustituyó a los caramelos de café y piñones en el bolsillo lateral. Cada año, cuando la verbena de la Virgen de agosto, un rayo salía desde la mesita, iluminando la tupida cortina del fondo a partir de la 1:30, tras sonar mi reloj calculadora. Algunos restos de claridad traspasaban las sábanas bajo las que me sumergía, allí donde el sueño acababa por vencer a la excitación. El año de la sequía, el resplandor se apagó antes de que mis ojos se cerraran, y pude escuchar el aullido de un perro. Segundos más tarde, una sombra de mujer cruzó la habitación, saliendo a través de las cortinas a una noche de viento y luna nueva. Los ojos del alma no engañan. Al fin y al cabo, ¿qué son tres noches de más o de menos? 


24/10/15

Saturday Night Wine: Sveti Martin 2014

Me regala el cosmos (o un remoto político, tal vez un malicioso lobby, o, ¿quién sabe?, una sociedad secreta y ambiciosa) una hora de hermosa velada pre-dominical con amigos. Un tesoro que parece se escurre por nuestros dedos para embeberse en nuestro alma.

Olivas del tipo Lucques de pay, jamón origen España, pan hecho en casa, queso de oveja, también olivas negras, y una salsa de yogur y mostaza en la que zambullir bastoncitos de zanahoria y arbolitos de coliflor; todas estas viandas acompañaron a un blanco que, desde Vipavska Dolina, y a doblemente dos ruedas, viajó junto con Etienne y Arancha para ser descorchado en esta tierra de vinos.

Elaborado con uva de la variedad Zelen (totalmente desconocida hasta el momento por mí), se presenta elegante con una etiqueta rota en tres, donde un ángel, un sabio y un santo debaten en tonos sepia sobre algún tema más terrenal que divino. Amarillo con reflejos dorados, en nariz aparecen aromas de tipo cítrico. De buen ataque en boca que expresa una hermosa acidez, mantiene las notas de pomelo y sorprende -y mucho- con unas singulares notas picantes (ligero recuerdo a cayena). Este caldo esloveno se antoja ideal para tomar en aperitivo y, aún más, con comida asiática: pollo tikka massala, sushi o sopa de langostinos con leche de coco.

Cerró la cena un estupendo fondant: magma en prisión de espuma, mientras conversaciones sobre el sentido de los sueños, las bondades de los níscalos o la elaboración artesanal de cerveza. Y ustedes, ¿qué hicieron con su dádiva temporal?




17/10/15

Saturday Night Wine: Sancti Cosmae 2013

Noche de concierto: irreverente en su elegante vestidura, le cubren las espaldas siete elegantes pingüinos de aires jocosos que funden las suyas con voces de mujer del este de occidente, brillantes y chirriantes trompetas compartiendo escena aleatoria con saxo, clarinete o flautín, cuerdas vocales que siguen y persiguen a la percusión, arcos apuntando al cielo y también con la mira puesta en el alegre infierno que provoca se agiten brazos, se baile y se lancen claveles ardientes al escenario.

Sancti Cosmae 2013 (Domaine de Foltodon) precede la fiesta y algarabía, aunque bien podría acompañarla, solaparse con ella, posponerla, resumirla o alargarla hasta las primeras luces del alba. Elaborado con Syrah, de aranero perfil moderno, es mucho más tradicional de lo que parece. Vino de capa alta, morado y no violeta, insisto que morado. Aromático, te traslada con sus notas de caramelo de nata a la infancia, botas y charcos y saltos y brazos agitados y más saltos en días de lluvia. También aparece el cassis, muy concentrado, intenso, casi embriaga. En boca es carnoso, creado para hincarle el diente, te hincha los carrillos que podrías tocar y tocar esa trompeta chirriante, festiva, pero que también sabe jugar al luto y a la melancolía. Un vino para las ocasiones, para bodas de camisas humidificadas o entierros de agridulce sonrisa y copa en mano.

De Goran y su banda, hablaré en otro momento...

      



16/10/15

Verdil

Disfruto husmeando en sus conversaciones, ahora que nadie me cuenta nada. También fisgo en los pasillos y, cuando paso, infinitas pelusas levitan como copos de nieve gris. Adoro meter la nariz en sus platos, vasos y tazas, olisqueándolos con deseo y nostalgia. Ayer aspiré frescos aromas a limón y manzana de la copa de Sara. Ella parecía ignorarme, parapetada tras una botella. Según la etiqueta, "un vino joven, pálido con reflejos verdosos, buena acidez...". Me hizo gracia la coincidencia y, burlonamente, releí en voz alta: –Mira, pálido y con reflejos verdosos, ¡como yo!–. A Sara casi le dio un vuelco el corazón cuando escuchó tales palabras surgidas de la nada y, chillando, huyó como alma que lleva el diablo.
El fantasma de Canterville.
Ilustración de F.H. Townsend (1887)

10/10/15

Saturday Night Wine: Aura 2014

Hago las compras de la semana y, ya que esta noche sabatina disfrutaremos de una cena entre amigos, decido adquirir una botella de vino de Rueda para compartir, mención aparte de algunos ingredientes que devendrán en un espléndido salmorejo. Intento no excederme con el ajo, ponerle el punto justo de coriandro y pensar en algún truco para evitar el pan.

Aura es un vino de la variedad Verdejo elaborado en tierras pucelanas. El del 2014 se presenta amarillo pajizo a la vista, pero con alegres brillos verdinos. Es muy aromático, y entre la concurrencia, en su mayoría francesa) no paran de preguntar si se trata de la Sauvignon Blanc. Chauvinismos aparte, que se dan en todos lados, es cierto que presenta unas notas que podrían recordar a la anterior: heno recién cortado y flor blanca. En boca se muestra mucho más frutal, con recuerdos a albaricoque poco maduro, y sin perder ni un ápice de su intensidad en nariz. De acidez más que correcta, hizo las delicias de todos los presentes, sin nada que envidiar a un complejo y sabroso Viognier (Domaine de Clovallon) que por allá rondaba.

Sorprendido me quedé cuando comprobé que este vino casaba a la perfección tanto con mi presumido salmorejo como con una exquisita torta de naranja bañada en crema inglesa. No tengan miedo a correr este presunto riesgo.


7/10/15

Merseguera

"...al pueblo. La plaza mayor se ha llenado de gigantes con coronas y cabezudos de rasgos iracundos, y a todas horas retumba la música de la fanfarria. La noche de albaes tu madre trajo unas botellas de vino para la cena de clavarios. Era el mismo que abrimos en tu cumpleaños, el blanco de Merseguera que nos recomendó la del horno (nunca recuerdo su nombre). Por lo visto a tu madre le encantó su finura, porque ya no lo cambia por ningún otro. Dice que le recuerda a almendra y acaso también a alguna fruta, aunque no consigue descubrir cuál. Y tú, ¿qué tal es la vida por Italia? ¿Crees que podrás venir durante el puente? Aquí se te echa de menos...".

3/10/15

Saturday Night Wine: Arteso Reserva 2010

Aprovecho una visita relámpago a Girona con motivo de intentar pasar la revisión anual de mi anciano automóvil para cargar con algunas viandas de esas que escasean por tierras galas. Y es en esas que, junto a conservas de ventresca, chorizo picantón de Logroño, lentejas leonesas y, origen obliga, horchata de chufa, cargo con algún caldo del país para hacerlo descubrir allende los Pirineos. 

Arteso Reserva 2010 llega desde la D.O.Ca.Rioja y está en su momento óptimo de consumo, así que ni se les ocurra darle un añito más en su bodega porque comenzará su declive (el del vino, creo que quiero decir). De color cereza y capa media, predomina la grosella negra (también conocida como cassis o, quién lo iba a decir, como zarzaparrilla negra) y especias (clavo). En boca el ataque es correcto, con una aceptable acidez. Sigue presente la ya mencionada zarzaparrilla (hermosa palabra; ¿no había algún personaje del TBO que la tomara como refresco y que no consigo ubicar?) acompañada de caramelo. Tras bastantes minutos en copa, surgen las suaves notas a regaliz que tanta gente exige en vinos de la variedad Tempranillo. En este caldo la acompaña la muy riojana Graciano. 
  
Acompañó a la perfección a un excelente pollo a l'ast con patatas a la panadera  e incluso al postre (¡oh sorpresa!) directamente llegado desde Lisboa: los untuosos pastéis de nata de Belem. Así que para todos aquellos que preguntan sobre vinos con una excelente relación calidad/precio, la botella de Arteso Reserva 2010 les va a impactar de manera muy positiva. Y para todos aquellos aún más curiosos, sí: mi anciano automóvil pasó la ITV sin ningún problema.