Barón de Ley Varietales Graciano 2010 se presenta sobrio en su etiqueta, sin estruendos innecesarios. En copa es cereza, conservando todavía un alegre ribete violáceo que sorprende y, al mismo tiempo, dibuja sonrisas complacientes. En nariz...aquí es donde llega todo su esplendor: en nariz. Intenso, sutil y con mucha personalidad. Aromático a más no poder, surgen aromas de grosella roja, recuerdos a flores azules y muy, muy ligeras notas mentoladas. En boca tiene nervio y se desenvuelve con soltura gracias a su acidez, lo que, unido a sus taninos vivos pero gratos, equilibran un alto grado alcohólico muy bien llevado. De nuevo, toques de fruta roja, fresa ácida, dejándose ya caer alusiones a vainilla y pimienta blanca. No es excesivamente largo en boca pero, entonces, en este preciso instante de dudas, vuelvan a respirar dentro del cristal teñido de carmesí, y olvidarán al momento lo que tenían en mente.
Si me preguntan, yo haría escoltar mi copa de graciano por un confit de pato con puré de chirivía o, si me presionan un poco, por unas generosas carrilleras de cerdo con miel. Pero me consta que Míster Blonde y Míster Pink hubieran preferido acompañarla con una hamburguesa Big Kahuna, y Graham Dashwood con un cordero Rogan Josh. En cambio Ragnar, vikingo él, menospreciaría cualquiera de sus vinos y brindaría con rico hidromiel.