21/11/15

Saturday Night Wine: Coeur de Roche 2010

Con la intención de devolver vida a los muebles de la abuela de mamá, Chic & Bohème es una especie de cueva de Alí Babá en Montpellier con ciertas reminiscencias hipsters. Encontraremos grandes muebles antiguos, pequeños objetos kitsch, postales de los años 80, de los 70 y también mucho mucho más antiguas. Sillas de barbero (quiero pensar que de barbero...), delicados cacharros de cocina que tentarían a entrar un ejército de patosos elefantes, algo de polvo, hermosas cartas navideñas, bolsas de papel rellenas de anónimas sorpresas, óxido con encanto, jaulas vetustas para pájaros melancólicos, lindas joyas de rústico metal, ...todo se ordena en exquisita amalgama, junto a botellas de excelente vino, quesos refinados, mermeladas de pura fresa y otras delicatessen. Y todo ello envuelve a una tercera función: la de, por lo que cuentan, magnífico restaurante.

Siendo más que un lugar físico, acudo a esta atmósfera con un amigo, quedando ausente un tercero por fatiga semanal. Se ha organizado una cata con vinos del Château Moulin Caresse, cuyos propietarios, parece ser, son familia de los responsables del coqueto local. Situada en la Appellation d'Origine Controlée Montravel, perteneciente a la zona de Bergerac, Bodega familiar que, desde el siglo XVIII viene elaborando vinos de calidad. 

Catamos dos blancos, tres tintos y un dulce ligero. De entre todos ellos, destaca el Coeur de Roche 2010, el vino emblema y de alta gama de esta bodega. Aunque les sugiero no perderse tampoco un blanco de, principalmente, Sauvignon gris, del que surgen unas increíbles fragancias mentoladas.

A partir de uva de Cabernet franc, Cabernet sauvignon, Malbec y Merlot fermentada directamente en barricas, cuyo espíritu envuelve sus exquisitos aromas a fruta, se trata de un vino con mucha capa, de color granate con ribetes (¡todavía!) violáceos. Intenso en nariz, desarrolla aromas de regaliz y trufa. Su ataque en boca es equilibrado, con una no excesiva (ni tampoco extrañada) acidez y mucha carnosidad. En el paladar se liberan, junto a las anteriormente mencionadas, notas de tabaco, fruta negra y sotobosque. Perdura largo tiempo en boca, y, cuando se va apagando, te pide dar otro profundo y pausado trago a la copa.

Su presentación es fina, con una sencilla pero estilosa etiqueta. No es necesario más en estos casos. Lo degustamos con una amplia variedad de quesos franceses, pan tostado y charcutería. Un vino de esos que invitan muchas veces a ser degustados sin nada más que copa y amigos, pero que acompañaría perfectamente un buen ternasco aragonés, crujiente por fuera y tierno en su interior. Por supuesto, siempre en buena compañía. Gracias Etienne por esta propuesta de cata.





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