13/3/19

Vals de marzo.

Algunos llegamos de tierras lejanas para, mentidos por nuestra propia voz interior, aprehender sensaciones de nuestra infancia. Sabemos que es imposible; pero aunque la pólvora huela menos intensa, el fuego sigue calentando el rostro de un modo placentero. Cubre el firmamento su singular traje azul luz con la oscura capa, dejando que le iluminen los verdes, rojos y dorados que, como cada 18 de marzo, siguen danzando sin vértigo un vals. Y nos toman prisioneros los iris, nos mienten, nos hacen ver colores ya prescritos, corrompen nuestras sinapsis, explotan nuestra nostalgia. Sin embargo, consiguen que la pólvora sea tan intensa como aquella primera vez.

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