17/3/20

Utilidades de una crisis (II). Vino 1: 8A Mil Gracias 2013, arrumaco de lobo.

Este ejercicio de aislamiento va a obligar a muchos a mirar a los ojos a Cronos, a rendirle pleitesía, a pedirle clemencia. A aprender a respirar despacio una y otra vez hasta que el aullido del lobo se convierta en su cálido arrumaco.

Descorcho una botella de 8A Mil Gracias 2013, de Bodegas Ochoa, traído directamente desde Olite este verano. Mi relación con este vino ya comenzó atrevida en Olite, cuando, aunque no formaba parte de la gama titular de vinos para catar, solicité casi a hurtadillas poder probarlo. Meses antes había probado un graciano también monovarietal, así que mi curiosidad estaba a flor de paladar. Echándole algo de cara y tras presentarme, pedí a la misma Beatriz Ochoa si sería posible...Con una enorme sonrisa accedió a hacernos catar el mencionado graciano, maridándolo con una encantadora charla repleta de anécdotas sobre vendimias, regiones visitadas y algún que otro vino catado. Encantado con las sensaciones recibidas, empaqué unas cuantas botellas de su buen tinto navarro (no todo va a ser Moscatel de grano menudo...¡que también!).

8A Mil Gracias 2013 se presenta con una capa oscura, con tonos picota apenas evolucionados, se diría que por él no pasan los años. En nariz surgen aromas intensos a fruta roja madura envueltos en exóticos toques de paprika y ahumados. Es un vino complejo y especial, intuyo que muy marcado por la mano de quien lo concibió. En boca presenta una muy buena acidez y un tanino que no por suave pierde nervio. Largo, aparecen junto a las ya anteriormente descritas elegantes notas a violeta.

En mi caso, lo acompañé con comida thai ligeramente picante: sopa de raviolis chinos y pollo crujiente a la citronela. La sorpresa surge cuando danzó igual de bien con la posterior onza de chocolate (70% de cacao)
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario