16/1/16

Saturday Night Wine: Cave de la Petite Fontaine Sancerre 2014 & Bouchié-Chatellier Pouilly Fumé 2012

Las comparaciones no siempre son odiosas; por momentos dan pereza, a veces son pertinentes y, en algunas pocas ocasiones, nos parecen imposibles. Están viajando en estos momentos un auténtico marciano (que lo era, no lo duden) y un maestro de magos no tan oscuro como nos quisieron pintar. No sabemos dónde, pero están viajando. Parten dos artistas incomparables, unidos por sus inconfundibles voces y una isla, y que llegaron a nuestra dimensión con menos de un año de diferencia. El aspecto frío de uno se derretía y nos calaba mucho más amigable de lo que hubiéramos sospechado. El otro mostraba una calidez extraña, con destellos glaciales que, pese a todo, reconfortaba dejándonos una sensación de paz con cierto recelo aletargado. Nos dejaron arte, sin más. Que no es poco.

Ciertas comparaciones nos complacen, nos provocan un agradable cosquilleo en la nuca y hasta llegan a erizarnos el vello. Hoy no nos contentamos con un vino, sino que nos satisfacen un par de ellos. Se trata de comparar vinos elaborados con una misma variedad (Sauvignon Blanc) y que, sin embargo, consiguen acelerarnos el corazón con dos estilos muy diferenciados. Visualmente son ambos muy similares, presentando un color amarillo pálido con reflejos verdosos. En nariz, en cambio, son dos planetas bien separados. Desde Sancerre comparecen aromas intensos, por no decir explosivos, y muy típicos de esta variedad: notas de bourgeon de cassis (fatigoso se me hace traducir esos brotes de grosella negra...) y, posteriormente, fruta de la pasión. La acidez es correcta, hace abrir las papilas gustativas y surge de entre los anteriores recuerdos a cítricos, mandarina para ser más concretos. Ligero de cuerpo, muestra un paso medio. La appellation d´origine Pouilly Fumé nos regala aromas mucho más complejos y ocultos: imprescindible aireación. Tímidas, van apareciendo notas de a albaricoque acompañados por las muy sutiles de cáscara de almendra. El ataque en boca es más elegante, menos violento y con evocaciones golosas: orejones y flan.

Recomendaría el primero con un arroz seco con gambas y cigalas, o bien, si se prefiere algo más ligero, una ensalada de canónigos y rúcula con queso de cabra y tomate seco. El segundo, en cambio, lo acompañaría con un plato más exótico: salmón con miel al curry. Y, después, a media tarde tras el té, bailemos hechizados...





No hay comentarios:

Publicar un comentario