Territorio Utiel-Requena, poderosa sangre de
Bobal. Hiberna en raíces bajo un manto de nieve y tierra, cobijo y alimento.
Lloros risueños anuncian primavera: palpita la savia, fluye por sarmientos
rayados de estrías y desemboca en racimo compacto, bovino, justificada seriedad.
De cien estaciones y cien más, la anciana madera bombea vida a toda la comarca.
Pigmentos de mil cerezas, acidez que no quema, refresca, incita y no muerde,
entinta y despierta. Desvistes el cuerpo de una piel que es casi azul profundo oculto
en negro, toca el cielo radiante y vuelve a sumergirse. Hay manos nudosas que
consiguen en horas robar tu alma rosada, la desdoblan y, entre abrazos de
acero, roble o cemento, custodian cada fragmento.
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